El reto de Daniel Noboa para revalorizar la Vicepresidencia con María José Pinto tras la ruptura institucional con Verónica Abad.
Durante su primer mandato, Daniel Noboa mantuvo una relación institucional deteriorada con la vicepresidenta Verónica Abad. Con la elección de María José Pinto como nueva vicepresidenta, el Gobierno enfrenta el reto de reconstruir el rol del segundo cargo más alto del Ejecutivo.
Las diferencias entre ambos se hicieron evidentes desde los primeros meses de gobierno, cuando el Ejecutivo la marginó de decisiones clave y la envió a Israel con tareas diplomáticas. Esta distancia política debilitó la figura de la Vicepresidencia, un cargo de elección popular que, según la Constitución, debe cumplir funciones delegadas por el Presidente y reemplazarlo en caso de ausencia.
Más allá de la cercanía política entre Noboa y Pinto, el desafío radica en otorgarle funciones claras, estratégicas y visibles que permitan recuperar la legitimidad institucional del binomio presidencial. La forma en que se gestione esta relación será clave para medir la voluntad de Noboa de revalorizar la Vicepresidencia.
La marginación previa de Daniel Noboa y la oportunidad política con María José Pinto
Raquel Veintimilla, catedrática de la Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Sociales y Humanidades de la UIDE, explica que el quiebre con Verónica Abad provocó una crisis institucional que debilitó la imagen del Ejecutivo.
La designación de María José Pinto se presenta como una respuesta estratégica para mejorar esa imagen y reforzar la gobernabilidad. La lealtad política de la nueva vicepresidenta sería una de las razones detrás de su elección, pero Veintimilla señala que se requiere también capacidad técnica y apertura al diálogo.
Para restituir el papel de la Vicepresidencia, se considera fundamental que Pinto reciba funciones concretas. La posibilidad de asumir tareas en áreas sociales o en procesos de diálogo territorial podría marcar una diferencia. Además, su inclusión en decisiones estratégicas y giras oficiales reflejaría un cambio en la relación entre ambas figuras del Ejecutivo.
El impacto político del reposicionamiento con María José Pinto
Para Fernando León, analista político, el nombramiento de Pinto representa una oportunidad para recomponer la imagen institucional de la Vicepresidencia. La crisis con Abad deterioró esa figura, al punto de provocar cuestionamientos sobre su permanencia dentro del esquema institucional del país.
León afirma que el presidente ha depositado plena confianza en Pinto, quien muestra cercanía con la ciudadanía desde el inicio de su gestión.
Esta actitud puede ayudar a revertir la percepción negativa que dejó la pugna con Abad y fortalecer la legitimidad del actual binomio presidencial.
La Vicepresidencia de la República frente al riesgo de convertirse en figura decorativa
León recuerda que, durante la crisis con Abad, hubo voces que propusieron eliminarla del cargo de vicepresidente. Este tipo de planteamientos, aunque no prosperaron, muestran la fragilidad de una institución que depende en gran medida del uso político que le dé el presidente.
En ese sentido, León advierte que ignorar nuevamente a la Vicepresidenta podría profundizar la desconfianza en el sistema político.
Para evitarlo, sostiene que Noboa debe incorporar de forma real a Pinto en la estructura del poder, asignándole funciones que permitan ejercer su cargo con autonomía, visibilidad y resultados concretos.
Implicaciones simbólicas e institucionales de revalorizar el cargo
Según Veintimilla, devolver protagonismo a la Vicepresidencia también tiene un peso simbólico. El Gobierno busca enviar un mensaje de rectificación institucional tras haber debilitado esa figura en el pasado. Al ser una función electa, el respeto por su representatividad contribuye a fortalecer el sistema democrático.
Ignorar nuevamente a la Vicepresidenta implicaría riesgos políticos y jurídicos.
Veintimilla advierte que una marginación podría acentuar tensiones internas y restar legitimidad al binomio presidencial. Además, generaría dudas sobre la sucesión en caso de ausencia del presidente, lo que afectaría la seguridad jurídica.
La discrecionalidad del Presidente y los límites constitucionales
José Manuel Portugal, abogado y catedrático de la UIDE, señala que la Constitución no establece funciones específicas para la Vicepresidencia, salvo reemplazar al presidente en casos de ausencia y cumplir funciones delegadas.
Esta ambigüedad permite una gran flexibilidad, pero también abre la puerta a marginaciones políticas.
Aunque existe discrecionalidad presidencial para definir las funciones del vicepresidente, Portugal afirma que esta no es absoluta.
Cualquier delegación debe respetar principios como la legalidad y la razonabilidad. En caso de una exclusión sistemática, podría considerarse una afectación a los derechos políticos del Vicepresidente y dar pie a acciones legales ante la Corte Constitucional.
Condiciones para que la vicepresidencia tenga poder real
Portugal considera que el poder efectivo de la Vicepresidencia dependerá tanto de las funciones formales asignadas como del respaldo político del presidente.
La participación en espacios estratégicos como el Consejo de Seguridad Pública y del Estado o la coordinación de programas nacionales serían señales claras de empoderamiento.
Mientras tanto, la relevancia de Pinto dependerá de la voluntad política de Noboa, quien puede asignarle cualquier tarea que considere pertinente, sin limitantes legales ni jurisprudenciales.
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