¿Es Rafael Correa la piedra en el zapato del correísmo? Este contenido ha sido publicado originalmente por EL COMERCIO. Si vas a hacer uso del mismo, por favor, cita la fuente y haz un enlace hacia la nota original en la dirección: https://www.elcomercio.com/elecciones/correismo-rafael-correa-segunda-vuelta-piedra-zapato-ecuador.html

El correísmo no logró la Presidencia como Rafael Correa como líder, pero mantiene representación en la Asamblea Nacional.
La derrota de Luisa González ante Daniel Noboa en la segunda vuelta del 13 de abril dejó al correísmo en una de sus etapas más complejas. Aunque mantiene presencia territorial y una bancada fuerte en la Asamblea, la Revolución Ciudadana carga con fracturas internas, desgaste de liderazgo y una narrativa agotada. Cuatro analistas —Pablo Romero, Max Donoso–Muller, Santiago Chahuasquí y Daniel Crespo— coinciden en que el movimiento no ha muerto, pero atraviesa una crisis profunda que lo obliga a replantearse.

El correísmo con una estructura viva, pero sin liderazgos nuevos
“El correísmo sigue siendo el movimiento más organizado del país”, asegura Pablo Romero. Tiene presencia sólida en territorios como Manabí y una bancada legislativa relevante. Sin embargo, como añade Max Donoso, “no ha logrado construir liderazgos jóvenes ni alternativos. Los nuevos cuadros siguen dependiendo del visto bueno de Rafael Correa”.

Daniel Crespo coincide: “Tiene un piso electoral fuerte, pero también un techo bajo. Mientras Correa siga siendo el centro de todo, no podrán sumar votos más allá de su base”.

Rafael Correa: sostén y obstáculo
Todos los analistas identifican una paradoja estructural. “Sin Correa, el correísmo no existe. Pero con Correa no gana elecciones nacionales”, afirma Romero. Crespo lo define como un “techo de cristal” que impide el ascenso de otros liderazgos y genera tensiones internas, como las que se evidencian los chats de Augusto Verduga.

Chahuasquí agrega: “La narrativa de la Revolución Ciudadana se agotó. Asociarse con gobiernos como los de Venezuela o Cuba ya no es un plus, es un lastre”.

El legado de Lenín Moreno y la fractura sin cerrar
Uno de los factores estructurales más profundos del declive correísta fue la ruptura con Lenín Moreno. “La traición de Moreno no solo los dejó sin el control del Estado, sino que desarmó completamente la estructura política y territorial que Correa había construido”, explica Donoso.

Esa crisis interna, que empezó en 2017, no se ha resuelto del todo. Para Crespo, “el correísmo nunca logró reponerse plenamente del golpe institucional que significó Moreno. Perdieron cuadros, se distanciaron del poder, y desde entonces han tenido dificultades para renovarse”.

Crisis en los gobiernos locales y riesgo de fractura
Tras los comicios, la Revolución Ciudadana enfrenta inestabilidad en sus principales bastiones municipales. Pabel Muñoz (Quito) enfrenta una campaña de revocatoria; Aquiles Álvarez (Guayaquil) está vinculado al caso Triple A. Ambos ya moderaron su discurso y reconocieron la victoria de Noboa, en una aparente estrategia para conservar sus cargos.
“Si pierden Quito o Guayaquil, el impacto sería devastador para el correísmo”, advierte Chahuasquí. Donoso prevé una posible descomposición interna: “Veremos más silencios, distancias y posibles deserciones en la Asamblea”.
Riesgo de fractura legislativa: ¿una bancada que se debilita?
Max Donoso y Daniel Crespo advierten sobre un posible reacomodo en la Asamblea. Aunque Revolución Ciudadana es la primera minoría, varios de sus miembros podrían declararse independientes o alinearse con el oficialismo. “Muchos buscan acuerdos que les permitan gestionar obras en sus provincias. No sería extraño que crucen la línea hacia ADN”, señala Donoso.

Crespo añade: “Ya hemos visto en otras legislaturas cómo los asambleístas se desafilian para sumarse a la bancada del Gobierno. Si eso ocurre ahora, la oposición correísta quedaría aún más debilitada”.

El dilema de la renovación: ¿quedarse o reconstruirse?
Para los analistas, el correísmo aún tiene opciones, pero solo si toma decisiones profundas. Crespo sugiere una renovación discursiva: “Ya no basta con apelar al pasado. Necesitan propuestas para el presente”. Romero cree que deben “dejar a un lado a Correa y Patiño si quieren ser una verdadera alternativa”. Pero todos coinciden: el movimiento no parece dispuesto a soltar el control.

Chahuasquí y Donoso miran al futuro inmediato. En 2027 habrá nuevas elecciones seccionales, y antes de eso podría instalarse una Constituyente. “Si no reconstruyen su base y liderazgo, quedarán reducidos a la nostalgia”, opina Crespo.

Fuente: https://www.elcomercio.com/

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