Matrícula reducida y exenciones son el punto de inicio para una movilidad sostenible
Desde la promesa presidencial de una matrícula de solo 10 dólares para vehículos eléctricos, Ecuador avanza hacia una movilidad más sostenible. La medida, sumada a la exoneración de aranceles de importación, IVA e ICE, plantea un escenario interesante. No obstante, la pregunta crucial es si este gesto bastará para que el parque automotor cambie de rumbo.
Las cifras revelan un crecimiento notable: en los primeros cinco meses de 2025, las ventas de autos eléctricos aumentaron un 140 % frente al mismo periodo del año anterior, y se proyecta vender entre 2 800 y 3 000 unidades este año, con 78 modelos ofertados por 36 marcas. Sin embargo, estos vehículos aún representan apenas el 2,6 % del total, un dato que evidencia que estamos lejos del cambio estructural.
Más allá del alivio en la matrícula, el reto reside en derribar barreras reales. Según Genaro Baldeón, presidente de la Aeade, los compradores enfrentan hasta 23 tributos al adquirir un vehículo nuevo, y las compañías, 50 trámites en distintos niveles del Estado. Este cúmulo burocrático frena la llegada masiva de tecnología limpia.
El beneficio económico, social y ambiental de esta transición es evidente. Menos emisiones de gases contaminantes mejora la salud pública, mientras que la inversión en nuevas tecnologías y servicios asociados —como mantenimiento eléctrico y recarga— dinamiza la economía. Sin embargo, ese mensaje va mucho más allá de los beneficios individuales; requiere cohesión, voluntad política y compromiso ciudadano.
La verdadera pregunta es si el anuncio de una matrícula más barata será el punto de partida o un gesto limitado. La historia local ha demostrado que los cambios superficiales —como subsidios aislados o exenciones tributarias parciales— rara vez conducen a transformaciones duraderas.
Si Ecuador aspira a convertirse en un referente regional, debe abrir el juego: promover flotas públicas eléctricas, destinar fondos a investigación y fomentar alianzas público-privadas para ampliar la infraestructura. Así, se reforzaría el mensaje de que la movilidad sostenible no es una opción elitista ni un simple gesto populista, sino una estrategia de país.
Solo así, con una mirada integral que combine incentivos fiscales, modernización regulatoria y educación ciudadana, la matrícula de 10 dólares dejará de ser anécdota para convertirse en un símbolo real de cambio. El futuro vehicular —y ambiental— del país así lo exige.
Fuente : https://www.elcomercio.com/