La crisis del sector energético en Ecuador debe ser analizada profundamente
La crisis energética que atraviesa Ecuador ha dejado en evidencia las debilidades estructurales del sistema eléctrico nacional. Los apagones que han golpeado al país desde finales de 2023 no solo han afectado a las familias, sino que también han tenido repercusiones económicas y sociales de gran magnitud. Ante este escenario, el Ejecutivo ha presentado un ambicioso plan de inversiones en el sector eléctrico que proyecta la incorporación de 8.000 megavatios de nueva generación para el año 2030.
El plan anunciado contempla una fuerte inversión en infraestructura hidroeléctrica, con 5.700 megavatios de capacidad adicional y una inversión superior a los 7.000 millones de dólares. A esto se suman proyectos de energía eólica, fotovoltaica y geotérmica que, en conjunto, buscan diversificar la matriz energética y reducir la dependencia del agua, la cual hoy representa el 72 % de la generación eléctrica del país.
Sin embargo, si bien esta propuesta representa un paso adelante, no podemos perder de vista los errores del pasado, de los gobiernos de los últimos 25 años. La crisis no solo es producto de la falta de infraestructura, sino también de una mala gestión y planificación en el sector eléctrico.
La dependencia excesiva de la energía hidroeléctrica sin contar con reservas estratégicas, el escaso mantenimiento de las centrales existentes y la falta de inversión en redes de transmisión han dejado al sistema vulnerable a las eventualidades del clima, como las sequías. Es necesario, por tanto, no solo invertir en nueva generación, sino también en mejorar la eficiencia del sistema en su conjunto.
Uno de los puntos clave del plan gubernamental es la apertura a la inversión privada. Ecuador ha mantenido un sistema eléctrico dominado por empresas públicas, lo que ha limitado la inyección de capital externo y la modernización del sector. Los técnicos de alto nivel han señalado la necesidad de reconfigurar el marco regulatorio para facilitar esta participación, un paso que, si bien puede generar resistencias, es crucial para garantizar un desarrollo sostenible y competitivo.
Asimismo, la inclusión de la energía nuclear en la agenda energética del país marca un hito importante. Si bien este tipo de energía es altamente eficiente y estable, su implementación en Ecuador requerirá un proceso de adaptación tecnológica, formación de personal especializado y, sobre todo, un debate sobre la seguridad y el impacto ambiental. No se trata solo de adoptar una tecnología avanzada, sino de garantizar su viabilidad a largo plazo.
La crisis energética ha evidenciado la necesidad de un cambio profundo en el modelo de gestión del sector eléctrico. La diversificación de la matriz energética, la participación del sector privado, la modernización de la infraestructura y una mayor planificación a largo plazo son elementos fundamentales para evitar que el país vuelva a enfrentar apagones como los vividos recientemente. Es necesaria la transformación.
Fuente: https://www.elcomercio.com/