La inestabilidad en el Cpccs es una limitante para el correcto desarrollo de la democracia en Ecuador.
El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) nació con la promesa de fortalecer la democracia y garantizar la transparencia en la designación de las autoridades de control del Estado. Sin embargo, la realidad ha sido diametralmente opuesta. En los últimos seis años, el organismo ha atravesado una crisis permanente, caracterizada por inestabilidad, pugnas políticas, destituciones y cambios constantes en su estructura.
Esta inestabilidad no solo ha socavado la credibilidad del Cpccs, sino que ha debilitado gravemente la confianza ciudadana en el sistema democrático.
El problema de fondo radica en la politización extrema del Cpccs. Desde su creación, su papel ha sido visto como un botín de las distintas fuerzas políticas. En lugar de ser un espacio de participación ciudadana y control social, el Cpccs ha sido secuestrado por intereses partidistas, lo que ha generado conflictos constantes que han paralizado su funcionamiento.
Uno de los episodios más determinantes en esta crisis fue la presencia y posterior salida de la denominada “Liga Azul”, un bloque de consejeros cercanos al correísmo que intentó influir en procesos estratégicos. Aunque su accionar generó controversia, su remoción difícilmente significará estabilidad, sino un nuevo reacomodo de fuerzas. El resultado es la profundización de la desconfianza ciudadana y la percepción de que el Cpccs es una entidad al servicio de intereses particulares, no del bien común.
El impacto de esta crisis en la democracia es alarmante. En un sistema donde las instituciones de control deben actuar con independencia y transparencia, la injerencia política ha convertido al Cpccs en un escenario de disputas que imposibilitan su correcto funcionamiento. Las destituciones recurrentes de consejeros, la falta de consensos en la designación de autoridades y una nula participación ciudadana evidencian que el Consejo ha dejado de ser un garante de la democracia para convertirse en un foco de inestabilidad.
El futuro del Cpccs es incierto. Mientras sus estructuras sigan respondiendo a lógicas partidistas y no a la verdadera participación ciudadana, su existencia solo servirá para alimentar la crisis institucional. Si Ecuador aspira a una democracia sólida, es urgente repensar el rol del Consejo o incluso considerar su eliminación, pues en su estado actual no solo es inútil, sino que es un peligro latente para la estabilidad del país.
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