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Sacerdote de Guápulo era cercano a la familia de las niñas que abusó en Quito

A pocos meses de que cumpliera con su tiempo como párroco de Guápulo, Néstor B. organizaba misas campales, entraba a la casa de los vecinos cualquier día, a cualquier hora. “Se creía dueño del barrio”, dice uno de los familiares de las dos niñas que habrían sido abusadas sexualmente, la tarde del 2 de febrero, por el sacerdote que permanece en prisión preventiva.

Como muchos de sus parientes que viven en la calle La Tolita, él prefiere no decir su nombre y comunicar que la familia no hablará públicamente. El día anterior, cuando circulaban en redes sociales videos del cura diciendo que solo “les hizo cosquillas”, otro de los primos, quien trabaja en una mecánica, se puso a revisar su álbum de fotografías: fue Néstor B. quien bautizó a su hijo.

Todos lo conocen de las misas, las fiestas y la catequesis. Una vecina, miembro del grupo parroquial, cuenta que cada año le celebraban su cumpleaños, que parecía una persona seria, que nunca se imaginaron que iba a pasar algo así.
El suceso
Por una pequeña ventana que está en su puerta, un familiar de las menores recuerda lo que pasó el sábado así: Él y otros primos habían vuelto de las canchas del barrio, cuando vieron que el padre de las niñas salió furioso. La menor de sus hijas lloraba y pensaron que fue una pelea interna, hasta que les dijo que el cura le había tocado sus partes íntimas y que su prima mayor le animó a que lo contara. Todos iban al catesismo juntos.

En ese momento, cinco personas se unieron para ir a la iglesia (asegura que no fueron 20 como le ha dicho el subteniente Alejandro Gordón, jefe del Subcircuito Itchimbía 1, a medios de comunicación). Cuando llegaron, el padre sospechó por qué lo buscaban e intentó fugarse. Lo atraparon en las calles Francisco Compte y Juan del Toro.
Reacción barrial
Fue el chat comunitario de Whatsapp el que alertó a los moradores que algo estaba pasando atrás de la iglesia de Guápulo. Jaime Prado, presidente del Cabildo, dice que todos acordaron que no hablarían más con los medios de comunicación para proteger a las víctimas.

Prado dice, por teléfono, que están buscando maneras de ayudar a la familia con alguna fundación que les brinde apoyo psicológico y legal. Como autoridad, ha mantenido comunicación con la parroquia católica y esperan una decisión oficial.

El padre Jesús, uno de los cuatro sacerdotes de la parroquia, prefiere no hablar. Desde la Orden Franciscana en el Ecuador, se emitió un comunicado el 4 de febrero con los nombres completos del sacerdote, en el que se condenaba los hechos y se prometía colaboración.

En una primera información, se hablaba de que un sujeto se disfrazaba de sacerdote. Después, se aclaró que el denunciado sí era el clérigo del sector. (PCV)

Fuente:http://www.lahora.com.ec