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Vientres de alquiler, una realidad sin legislación

Viviana V., de 27 años, dio a luz a tres hijos, pero solo dos son suyos. Hace un año y medio fue contratada por una pareja en Quito, como vientre subrogante. “No tuve ningún daño sicológico ni alguna conexión, como si fue con mis verdaderos hijos; yo estaba dando un servicio que hizo feliz a esas dos personas”, relata.

Sobre la reproducción humana asistida no hay legislación. Las reformas al Código Orgánico de la Salud (COS), iniciaron su trámite en el Legislativo desde 2012. A finales de 2018, la Comisión de Salud del pleno presentó un informe para segundo debate.

Dicho estatuto prohibiría las contraprestaciones o compensaciones económicas de cualquier tipo a cambio de la donación de embriones o subrogación de vientre. Se establecería únicamente el pago de los costos de la atención durante la gestación y el parto.

Criterios
Aisha Ruiz, activista por los derechos de las mujeres, califica el código como atentatorio. “Se habla de un acto altruista que no debería tener pago, cuando claramente la mujer está brindando un servicio (…) En México o Estados Unidos esta práctica es remunerada y tiene un amparo legal”.

El COS señala, además, que la reproducción asistida (colocando un embrión en un vientre ajeno) será permitida solamente cuando los progenitores, por razones médicas debidamente justificadas, no pueden mantener o completar un embarazo.

El ginecólogo, Jorge Dávalos, señala que en el país hay un nivel de infertilidad de entre el 12 y 15%. “El 80% de casos lo supera con tratamiento. Para acceder al vientre subrogante la pareja debe haber pasado por un tratamiento fallido de un año”.

El especialista en salud reproductiva indica que el tema se maneja con reserva pues no hay legislación que determine directrices, lo que daría paso a prácticas clandestinas. “Toda demanda no sentada sobre la Ley abre la puerta al mercado negro. Urge establecer normas, no solo para los padres sino para ejercer nuestra práctica con mayor seguridad”.

Oferta y demanda
Facebook se ha convertido en el espacio donde mujeres ofertan servicios como vientre subrogante. A Viviana la contactaron así. “El proceso de implantarme el óvulo y la esperma fecundados les costó 9.000 dólares, a mí me pagaron 500 durante los nueve meses de gestación, más 3.000 luego de que di a luz. También me daban compras, medicina, chequeos”.

En este caso, la pareja pagó más de 16.000 dólares por todo el proceso. Yerldín S., otra ofertante, conoce gente que cobra entre 10.000 y 20.000 por ‘prestar’ su útero. “Yo estoy pidiendo 12.000 más los gastos extras que implica es proceso. Lo mejor sería ir a pasar el último ciclo del embarazo con los que sean los padres”. Yeraldín cuenta que cumple con los requisitos establecidos por las páginas de vientre de alquiler: tener hijos, tener entre 25 y 35 años, buena salud, no tener ningún vicio. 

Josué Rivera, especialista en reproducción humana y en atención integral de pareja, comenta que la maternidad subrogada es más exitosa cuando “las prestantes de vientre tienen hasta un segundo o tercer grado de consanguinidad. Es alarmante que se esté convirtiendo en un negocio por redes sociales”, agrega.  

Rivera señala que las clínicas que llevan a cabo estos procedimientos, deben contar con asesoría legal y sicológica. El médico hace hincapié en que el código debe ser específico sobre los términos, pues no es lo mismo un vientre subrogante y uno de alquiler. “El vientre de alquiler se refiere a un acto altruista donde no hay retribución. El subrogante debe tener una retribución económica”. (AVV)  

Fuente:http://www.lahora.com.ec