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Brasil en vilo por un fallo que puede sellar el destino de Lula
Un tribunal brasileño se aprestaba a dar su veredicto este miércoles sobre el recurso del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva contra una condena a casi diez años de cárcel por corrupción, que puede echar por tierra sus ambiciones de volver al poder.
La sesión se lleva a cabo en Porto Alegre (sur), sitiada por las fuerzas de seguridad ante el temor de enfrentamientos entre los partidarios de Lula, que llegaron en masa a la ciudad, y grupos de derecha que también llamaron a manifestarse para pedir que el exmandatario (2003-2010) vaya a la cárcel.
Los tres jueces del Tribunal Regional Federal Nº4 (TRF4) oyeron los alegatos de la defensa y de la acusación de Lula y de algunos de los otros seis involucrados en la misma causa, relacionada con un gigantesco esquema de sobornos en Petrobras, y empezaron a dar conocer sus votos a media mañana.
El proceso debería finalizar por la tarde.
En caso de confirmación de la condena, Lula, de 72 años, podría ver amenazada su participación en las elecciones presidenciales de octubre, en las cuales aparece como favorito. También podría ser encarcelado, aunque en principio le quedan recursos para alejar esa perspectiva.
El ícono de la izquierda latinoamericana, que el martes fue hasta Porto Alegre a arengar a sus miles de seguidores, apela en libertad la sentencia a nueve años y medio de cárcel dictada en julio por el juez Sergio Moro en el marco de la investigación «Lava Jato».
Lula, «extremadamente tranquilo»
«Estoy extremadamente tranquilo y con la consciencia de que no cometí ningún crimen. La única cosa correcta que puede pasar es que ellos (los jueces) digan que Moro se equivocó», dijo este miércoles el exmandatario desde la sede del Sindicato Metalúrgico en Sao Bernardo do Campo, en el cinturón industrial de Sao Paulo, donde en los años 70 inició su carrera política al frente de las grandes huelgas contra la dictadura militar (1964-1985) y desde donde hoy seguía el veredicto.
Organizaciones de izquierda llamaron a una marcha a las 17H00 locales (19H00 GMT) en la Plaza de la República, en el centro de Sao Paulo, en la cual se anuncia la presencia de Lula.
Desafiante, el expresidente (2003-2010) ha prometido dar batalla hasta el final.
«La única cosa de la que estoy seguro es que solo el día que yo muera, pararé de luchar (…) Que se preparen porque vamos a volver y vamos a transformar este país», manifestó Lula, que denuncia una conspiración para evitar que vuelva al poder.
Lula fue condenado como beneficiario de un apartamento en el balneario paulista de Guarujá, ofrendado por la constructora OAS a cambio de contratos en la estatal Petrobras.
El abogado del expresidente, Cristiano Zanin Martins, pidió «la nulidad del proceso y la nulidad de la sentencia», aduciendo falta de pruebas.
El fiscal Mauricio Gotardo Gerum consideró en cambio que «están suficientemente comprobados los hechos criminales que condujeron a la condena» y consideró que Lula había activado una tropa de choque para «tratar de convertir su juicio en [un juicio] político».
«Es muy difícil creer que ese inmenso sistema de drenaje de dinero de los cofres de Petrobras pudiese ser ignorado por el presidente de la República», remató.
El día después
El fallo del TRF puede abrir la puerta a diversos escenarios, que dependen en primer lugar de los tres jueces del TRF4: una condena por unanimidad (3-0), por mayoría de 2-1 (con un abanico más amplio de recursos) o incluso -la menos barajada de las hipótesis- una absolución.
En materia electoral, una condena por corrupción tornaría a Lula «inelegible» según la legislación brasileña, aunque también caben recursos que le permitirían ganar tiempo e incluso registrarse como candidato y hacer campaña.
La dirección del PT planea reunirse el jueves en Sao Palo para proclamar su apoyo a una candidatura de Lula, cualquiera sea el fallo del TRF4.
Pero el PT está en fase de convalecencia de los duros golpes recibidos estos últimos años: graves acusaciones de corrupción contra muchos de sus principales dirigentes y la destitución en 2016 de Dilma Rousseff, heredera de Lula, acusada por el Congreso de manipular las cuentas públicas.
Entretanto, el presidente conservador Michel Temer trató el miércoles de calmar las aprensiones de los mercados sobre la inestabilidad de Brasil o sobre un eventual regreso al poder de la izquierda, en su intervención ante el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza).
«Hay un combate arduo, pesado contra la corrupción en el país (…) Pero en Brasil las instituciones están funcionando, tenemos una separación absoluta de poderes», afirmó el mandatario, que es objeto de varias investigaciones por corrupción, trabadas por el momento por gozar de fueros políticos.
Fuente:http://www.lahora.com.ec